Desde el primer momento en que se supo que el Mundial de 2018 se celebraría en Rusia, las autoridades del país apostaron por integrar la sostenibilidad y la construcción ecológica en el diseño de estadios que también supusieran un reto y una muestra de innovación arquitectónica.
La estrategia se centró en la creación de estadios que cumplieran las normas de construcción ecológica que promulga la FIFA, reduciendo al mínimo los impactos ambientales de las actividades relacionadas con la Copa Mundial, así como la promoción de la vida sana y el legado del deporte en el país anfitrión.
El gran objetivo era que los 12 estadios del Mundial cumplieran escrupulosamente con las normativas internacionales de certificación ‘verde’ BREEAM y LEED, un sello de calidad que solo se otorga a los edificios considerados como sostenibles, que son aquellos en los que se ha optimizado los sistemas de construcción y los recursos naturales, de manera que el impacto sobre el medioambiente sea el mínimo posible.
Menos consumo de energía
Uno de los grandes retos a los que se han enfrentado los diseñadores de los estadios ha sido la reducción del consumo de energía, que en el caso de estadios de estas características suele ser enorme. Pues bien, el uso de materiales ecológicos y la implementación de técnicas revolucionarias han permitido recortar hasta un 70% la energía empleada en el correcto funcionamiento de las instalaciones.