En contraposición a la idea extendida de la urbanización como fuente de prosperidad, el último Informe Mundial de Ciudades publicado por ONU-Habitat en el año 2016, plantea dentro de los 8 desafíos clave que las ciudades deberán enfrentar en los próximos 20 años, cuatro problemas asociados a la urbanización cuya solución parece todavía lejana.
Incremento de la desigualdad
La brecha entre el decil más rico y el más pobre en la mayoría de los países está en sus niveles más altos de las últimas tres décadas. Además, el aumento global de la desigualdad ha dado lugar a otra tendencia: el incremento de las “gated communities” (urbanizaciones cerradas). Ciudades como Buenos Aires, Johannesburgo, Lagos y Nairobi han visto como su número ha aumentado considerablemente. Esta segmentación de la población contribuye a la desigualdad a través de la estigmatización y la exclusión de ciertos sectores de la población.
Migraciones forzadas
Las guerras, el desempleo, la pobreza y la desigualdad han provocado un incremento notable en las corrientes migratorias a lo largo de los últimos años. El número de peticiones de asilo en Europa aumentó desde las 463.000 en 2002 a 1.325.000 en el año 2015 (Fuente: Eurostat). A pesar de que esto podría suponer una oportunidad para la revitalización económica y combatir los efectos del envejecimiento de la población, la integración o la existencia de movimientos xenófobos suponen un gran reto para las ciudades.
Expansión de los asentamientos informales
A pesar de que los asentamientos precarios e informales no son un problema nuevo, su continuo crecimiento en los últimos dos decenios ha hecho de ellos una cuestión política central. Mientras la proporción de personas que viven en “slums” ha disminuido en las últimas décadas (del 46,2 por ciento en 1990 a 29,7 por ciento en 2014), el número total de personas ha aumentado. Indicativo de que el problema está lejos de ser resuelto.
Cambio climático
A su vez, es importante reconocer también el papel que podrían desempeñar en la lucha frente al cambio climático. La planificación y el diseño urbano deben actuar como agentes de cambio para aprovechar todas las posibilidades que ofrece la urbanización. Las economías de escala, la concentración de empresas e innovación en las ciudades, hacen más barato y más fácil adoptar iniciativas que contribuyan a reducir al mínimo las emisiones y los riesgos climáticos.