El proyecto nace de la necesidad de mejorar el hábitat de una familia que se dedicaba al reciclaje, en condiciones de insalubridad y sin el espacio adecuado para realizar las operaciones que conlleva el proceso.
Se trata de La Comuna, una vivienda que se combinó con un espacio productivo, en Huaquillas, provincia de El Oro. La obra es de los colectivos Natura Futura Arquitectura y Frontera Sur Arquitectura.
La edificación busca mantener un diálogo constante con el desarrollo de la ciudad, a través de las distintas actividades que se desarrollan en el interior y exterior.
Por ese motivo, los creadores describen a esta arquitectura como intermediaria de procesos de encadenamiento productivo e impulsadora del emprendimiento de los usuarios, que son los propietarios.
El proyecto cuenta con un área en planta baja que funciona como espacio de almacenamiento y clasificación para mejorar las condiciones de productividad de la familia.
La casa cuenta con un área para clasificar todo el material reciclado. Esto se complementa con el diseño de contenedores que facilitan el proceso de reciclaje. Se diferencian por el color aplicado a cada estructura y están ubicados en sitios estratégicos de la ciudad. Huaquillas forma parte de la frontera sur del Ecuador.
José Fernando Gómez, representante de Natura Futura Arquitectura, señala que su vecino Aguas Verdes (Perú) tiene ciudades que no presentan continuidad territorial y se han consolidado como “ciudades espejo”. “Están separadas por un canal artificial, producto de los conflictos armados que han existido entre Ecuador y Perú. El intercambio comercial es constante”, añade.
El sistema estructural de La Comuna es un contenedor con seis módulos que configuran al volumen. La madera es utilizada por la tradición de las edificaciones existentes en el sector, y la aplicación de chazas o celosías aportan en la construcción del edificio.
El proyecto cuenta con dos pisos. En la planta baja hay espacio de almacenaje. Los colectivos incorporaron una vivienda adaptable que se fusione con el espacio de producción, de acuerdo con las necesidades. Gómez explica que la vivienda parte de la contraposición entre experimento y proyecto.
Se plantearon estrategias de intervención, permeabilidad espacial y autogestión del espacio. La primera estrategia se desarrolló en el sistema de aberturas que posee la elevación, en la cual se diferencian los seis módulos de 12 metros cuadrados cada uno. La segunda estrategia busca plantear una habitabilidad flexible en la que el usuario, a través de paneles giratorios, pueda autogestionar su espacio de vida cotidiana.
La obra se configura a partir de un módulo de 3 por 4 metros, con el propósito de establecer un sistema progresivo que le permita al usuario crecer a partir de adaptaciones al sistema estructural.
La vivienda cuenta con mobiliario y espacios adaptables para la familia. Cada módulo posee una función específica.
En planta baja existen tres: para que la familia tenga un espacio de producción e intercambio comunitario. En la planta alta se generaron otros tres módulos con espacios flexibles en los que, además, el mobiliario es un configurador del espacio, ya que cuenta con ruedas que permiten su deslizamiento.
Los colectivos aseguran que La Comuna tiene un discurso de concienciación y genera una reflexión entre lo privado y lo público, a través de la arquitectura y el reciclaje.
Fuente: El Comercio